El pronóstico del crecimiento regional puede ser complicado, y los impactos no previstos dificultan aún más hacer un pronóstico preciso. Para los planificadores del transporte, este dato es vital, pero a menudo deben tomarse con reservas. ¿Qué estrategia valiosa pueden utilizar los planificadores para mejorar la precisión del pronóstico de la demanda y los ingresos?
La planificación de transporte regional está estrechamente vinculada a las impresiones de cómo crecerá la región. Aunque generalmente hay disponibles pronósticos regionales, los retos de producir pronósticos para el crecimiento regional son considerables, en especial a largo plazo. Esto significa que a menudo se requiere a los planificadores de transporte que evalúen los pronósticos de crecimiento de manera crítica, o incluso que generen los suyos propios.
¿Cuáles son los determinantes del crecimiento regional? El campo de la economía regional señalaría una lista de factores asociados con un crecimiento económico más rápido, incluyendo la mezcla industrial (¿hay industrias en crecimiento en la economía local?), el nivel del capital humano (es decir, la educación) de la fuerza laboral, comodidades (accesibilidad, clima, cultura y artes escénicas) y un nivel elevado de inmigración. Estos factores diversos están muy interrelacionados y tienden a reforzarse mutuamente en efecto.
En un importante estudio de los años 90, los economistas Olivier Blanchard y Lawrence Katz estudiaron el crecimiento de los estados en el periodo de postguerra de los EE. UU. Observaron que cada estado tendía a tener su propia tasa de crecimiento innata, habiendo algunos estados que crecían consistentemente más rápido que la media y otros más lento. También vieron que, dentro de estas tendencias, los estados se veían continuamente afectados por las “sacudidas” (recesiones, declive de una industria, boom temporal debido a la inmigración) que afectarían permanentemente al nivel de empleo antes de volver por fin a la tendencia original.
Una clave para el retorno a la tendencia de crecimiento es el ajuste en la movilidad laboral: en los buenos tiempos, los precios de la mano de obra y de las propiedades suben, frenando el crecimiento; en los malos tiempos los precios de una región caen, animando a las empresas a instalarse y contratar nuevos trabajadores, lo que a su vez atrae a la inmigración.
Estos descubrimientos básicos son importantes para tener en cuenta cuando se modela el crecimiento regional. Por lo menos, implican que la simple extrapolación de tendencias del crecimiento pasado puede ser inherentemente problemática, ya que ignora el proceso por el que las economías regionales se adaptan a las sacudidas mediante cambios en los precios.
Por ejemplo, la gráfica anterior muestra las tendencias de crecimiento del empleo entre 2001 y 2008 en Canadá (consistentemente al alza) y la región metropolitana de Detroit-Dearborn-Livonia en Michigan (consistentemente en declive). Limitarse a extrapolar la línea de cualquiera de las dos puede parecer simplista pero, a menudo, es el enfoque utilizado por muchos analistas.
Lo que ocurrió realmente en Detroit fue bastante diferente de lo sugerido por las tendencias entre 2001 y 2008. Tras años de un declive que había empezado en los años 60, y como sugiere la teoría económica regional, los precios (salarios y propiedad) cayeron lo suficiente como para que la inmigración firme finalmente comenzara a superar a la emigración, y el crecimiento del empleo ahora ha sido positivo durante los últimos siete años.
Aunque la simple extrapolación de tendencias en Canadá hubiera sido una conjetura razonable, hubiera estado muy equivocada en el caso de Detroit.
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